jueves, 7 de agosto de 2014

Violencia en Gaza


Ensayo
El conflicto entre Israel y Palestina es una disputa de muchos años, que tiene cada cierto tiempo un renacer de violencia que afecta a miles de personas, en especial al último pueblo mencionado, debido a su pequeña capacidad militar y su geografía de menor calibre que la potencia hebrea.
Estos últimos días, a través de los medios de comunicaciones y las redes sociales, hemos podido constatar cómo se desarrolla con más fuerza que nunca, esta guerra poco equitativa, entre dos fuerzas militarizadas, que tienen al mundo entero bajo el suplicio de paz, debido a los cientos de muertos y víctimas que padecen y aumentan a diario en Palestina. 
Los aviones, tanques y lanza cohetes israelíes bombardean sin compasión, a miles de hogares, mezquitas, autos y hospitales de la franja de Gaza. Nada se salva. Ni los niños, que son la principal preocupación de todos los países, por su vulnerabilidad y falta de protección.
Los Palestinos que una vez tuvieron esperanzas y sueños, ahora no son más un puñado de personas que no saben dónde ir, ni donde arrancar. La vida es tan vulnerable en Gaza, que nadie sabe a qué hora y en qué lugar morirá. Este lugar se convirtió en un espacio físico lleno de violencia, que no tiene pie ni cabeza. Pero la pregunta que todos nos hacemos, incluso los expertos en este tipo de conflictos es, ¿qué tendría que ocurrir para que haya una oportunidad de paz duradera y se acabara la violencia en Gaza?
Según la Real Academia de la Lengua Española, define como Violencia: acción violenta o contra el natural modo de proceder, acción y efecto de violentar o violentarse, cualidad de violento. Para Israel, Palestina es un cúmulo de violencia extrema.
A comienzos del siglo XX tomó fuerza un movimiento llamado sionista, que buscaba establecer un Estado para los judíos. La región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo -considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos- pertenecía por aquellos años, al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero, una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones sionistas, comenzó a generar resistencia entre las comunidades.
Tras la separación del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina. Pero antes y durante la guerra, los británicos habían hecho diversas promesas a los árabes y a los judíos que luego no cumplieron, entre otros motivos porque ya se habían dividido el Medio Oriente con Francia. Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó en enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y tras el Holocausto, aumentó la presión por establecer un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.
Después de la fundación de Israel, la tensión pasó de ser un tema local a un asunto regional, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación. Después de ese conflicto, el territorio para un Estado árabe se redujo a la mitad.
Pero los combates sí tendrían la última palabra en 1967 en la Guerra de los Seis Días. Lo que ocurrió entre el 5 el 10 de junio de ese año tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles. Fue una victoria aplastante de Israel frente a una coalición árabe. Israel capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania (incluida Jerusalén Oriental) a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.
La tradición judía indica que la zona en la que se asienta Israel es la Tierra Prometida por Dios al primer patriarca, Abraham, y a sus descendientes. Roma fue el imperio que le puso a la región el nombre de Palestina y que, siete décadas después de Cristo, expulsó a los judíos de su tierra tras combatir a los movimientos nacionalistas que perseguían la independencia.
En la actualidad estamos viendo el mayor grado de aislamiento de Israel en su historia. No sólo manifestaciones en todo el mundo, también parlamentos y naciones enteras están condenando a Israel.
Hemos comprobado como Estados de la Unión Europea recomiendan a sus ciudadanos no realizar negocios con las colonias israelíes, un nivel de saturación y horror que ahora mismo, su objetivo no es parar la guerra, sino la libertad. Es decir, acabar con el bloqueo, poder pescar, sembrar sus campos y que la frontera esté abierta. Es una lucha que cala hondo, porque hay una decisión, política y popular, de no volver a la esclavitud de los 8 años de bloqueo, es una lucha para llegar hasta el final.
En efecto, según Jordi Pérez Colomé, periodista y escritor: “Israel ya ha conseguido más o menos lo que quería. Si envía tropas por tierra a Palestina a matar más miembros de Hamás y destruir más cohetes, morirán muchos soldados israelíes. El precio sería inimaginable. La presión, también; ya no habría un sistema anticohetes para proteger a los soldados en Gaza. Esta última opción sería llevar a cabo una misión parecida a las de 2006 y 2008. No fueron ningún gran éxito y solo retrasaron lo inminente a la espera de mejores tiempos. Es algo habitual en Oriente Medio.”
Sin importar, los palestinos siempre serán juzgados por tribunales militares y sometidos a la legislación militar, mientras que los israelíes que cometen los mismos delitos son juzgados por la justicia civil. Arrestan violentamente a niños violando su domicilio en medio de la noche, sin dar ninguna explicación a sus familias acerca de las razones de la detención, ni informarles sobre el paradero de sus hijos, va en contra de la propia legislación israelí, que establece que los menores han de ir acompañados de un adulto de la familia cuando son detenidos. Poner a niños en régimen de aislamiento durante días es una forma de tortura, y un castigo severo antes de que haya ningún veredicto. ¿Acaso ser palestino no vale?
La guerra constituye un verdadero desastre, una emergencia o un caos provocado por el hombre, que determina una desorganización total de toda la sociedad, afectándola desde todos los puntos de vista. Tenemos lo último en tecnología y estamos conectados con nuestros amigos, todo esto está al alcance de nuestras manos pero, mientras estas cosas positivas ocurren, en un lugar lejano, hay personas que busca una razón para matar, para cruzar fronteras y ocupar tierras que no son suyas. Todos queremos lo mismo: comer, procrear, pintar un cuadro, escuchar música, hacer el amor y no olvidemos lo que John Lennon en su más famosa canción decía: “Imagina que no hay países, no es difícil hacerlo, nada por lo que matar o morir, ni religiones tampoco, Imagina a toda la gente viviendo la pida en paz”
Palestina aún no se rinde, y no lo hará bajo ningún punto de vista, no será jamás sometido bajo el yugo de un monstruo como lo es Israel. ¡Palestina Resiste! 

sábado, 2 de agosto de 2014

Opiniones...

¿ESTOY HACIENDO LO QUE REALMENTE ME APASIONA?

Hoy cuando me miro en el espejo y veo las marcas en mi piel, esas marcas que no se borran con nada, ni con la mejor cirugía del mundo, me doy cuenta que he recorrido tal vez la mitad de mi vida, aunque me gustaría decir que una cuarta parte, pero no es así, las vuelvo a mirar, y ahí están….las “marcas de guerra”, visible a todo el mundo, (algunas), pero también hay otras marcas que están más adentro de mi cuerpo, están en los que algunos le llaman  el corazón o el alma. Marcas que ya no puedo borrar y que sólo tengo la opción de vivir con ellas, como lo he hecho hasta hoy.

Esas marcas me acompañan donde quiera que vaya, no las elegí, llegaron porque tenían que llegar, llegaron para que no olvidara de ningún modo algunos episodios de mi vida, llegaron porque hay algo que  debo aprender y no repetir o llegaron simplemente para quedarse. Y así algunas cosas en mi vida se han adherido, sin buscarlas. Un día se asomaron, cuando quise erradicarlas de mi lado, ya era demasiado tarde, asumí que no podía cambiarlas, ya eran parte de mi ADN.

Tal vez nunca debí salir de la casa de mis padres, pero lo hice, tenía que crecer y caminar mi propio camino; tal vez no debí casarme, pero "tuve que hacerlo", había que asumir responsabilidades que no esperaba;  tal vez no quería tener hijos, pero agradezco a Dios la posibilidad de  haber sentido  el desgarrador dolor de traer hijos sin anestesia (por opción) a vivir a mi lado; tal vez nunca debí estudiar y trabajar, sino más bien, quedarme en casa criando hijos a la antigua como lo hizo mi santa madre; tal vez  haber dicho muchas veces "sí" cuando era necesario hacerlo, o tal vez "no" y que  por temor o inseguridad no fui capaz de gritarlo al cielo; tal vez vestir como yo quería y no como la sociedad te lo impone, tal vez comer todo lo que quiero y no censurarme porque si aumento unos kilos la gente extrañamente alce la mirada y comience con la tan afamada discriminación; tal vez  dormir hasta tarde y no pensar en las responsabilidades adquiridas,  tal vez escupir las rabias, las tristezas, las angustias que muchas veces me atormentan,  tal vez salir corriendo del lugar de trabajo y gritar en la cara a mi jefe que es un dictador, mal educado y sin criterio en  algunas ocasiones; tal vez tener la libertad, esa añorada libertad que todos anhelamos y que no la tenemos, que ya vivimos bajo un régimen en el que censuran, castigan, penalizan todo o simplemente te condenan por ser tal cual eres, libertad de decir lo que siento y quiero con el debido respeto.

Iré contra la corriente si un día tengo ganas, volaré en parapente otra vez cantando esa tan hermosa canción que me inspira en lo más alto, subiré otra montaña aun cuando el camino sea pedregoso, reiré con la boca bien abierta y no me afectará que digan que soy mal educada, silbaré las canciones todo un día si es necesario aunque me digan que parezco hombre haciéndolo, rodaré en el pasto hasta quedar mareada como lo hacen los pequeños niños en los parques.

Necesito por un tiempo dejar de ser una mujer “normal” cumplir con normas establecidas, trabajar y estudiar, ser dueña de casa y esposa a la vez…. cuando termine de escribir este artículo o mini ensayo o un mini pensamiento, tomaré mis patines e iré a dar una vuelta con un pan con queso en la mano,  como cuando era niña, tal vez es ese “tal vez” el que me falta repetir para ser lo que realmente me apasiona…. y que de una buena vez aflore lo que realmente soy, mi verdadero arquetipo!!!

IDENTIDAD Y TOLERANCIA

Cuando el autor habla de la incorporación de nuevos contenidos en las relaciones interpersonales entre personas o seres que se comunican, se refiere de cierta forma a la capacidad que tenemos hoy de estar conectados en nuestro entorno con varias personas al mismo tiempo y generar diversas ideas y opiniones a partir de una comunicación simple.
Esta complejidad para entender la nueva forma de relacionarse, es producto también de las nuevas tecnologías y de las comunicaciones de masas que cada día interactúan con más elementos y herramientas para generar aún mayor cantidad de información.

Y en este nuevo modelo donde existen nuevos paradigmas, se encuentran las redes sociales, el internet y todo lo que rodea al ser humano para hacer más efectiva la comunicación. Es por eso que se hace más confuso aún entender entre tantos interlocutores quienes pueden ser más o menos tolerantes y es ahí donde el Niklas Luhmann explica el diferente ordenamiento en la teoría del sistema.
Cuando identifica a dos tipos de identidades, de primer orden y de segundo orden, el sociólogo trata de dividir el comportamiento de personas que interlocutan y tienen personalidades definidas para transmitir información y ser entendidas en el contexto de la comunicación.

Luhmann explica que la identidad de primer orden es aquella donde las personas no indagan en proyecciones explicativas para efectuar una adecuada comunicación, sino más bien perciben en primera instancia lo que están recibiendo y son intolerantes en el sentido de creer que su pensamiento o su forma de explicar las cosas es púnica y no existe otra diferente que pueda ser más consistente. En definitiva, son personas que no escuchan, que no observan y que tienen poca capacidad de análisis a la hora de enfrentarse a un diálogo comunicativo.

En cambio las personas o identidad de segundo orden, son aquellas que profundizan más los temas y tienen mayor capacidad de comunicar de forma más entendible y correcta. Además, permite enriquecerse con la información o los mensajes que emiten otras personas, sin dejar de ser él mismo, pero con mayor tolerancia. Estas personas están conscientes que no tienen la verdad absoluta, por lo que se puede conversar de manera más fluida.

Estos conceptos en definitiva sirven para mejorar la comunicación, para hacerla más efectiva y para entender que entre las personas existen distintas formas de comunicarse y que unos entregan mayor facilidad que otras para desarrollarla.

                                                          LEVANTA LA CABEZA
El contacto visual, la conexión de miradas entre dos personas, el diálogo presente entre amigos y parejas, en un lugar público, parecen ser parte del pasado.

Estamos inserto en un mundo tecnológico que nos tiene atrapados y no podremos salir fácilmente. Los celulares, el computador y las llamadas “redes sociales” están enfermando a la población y cada vez nos estamos quedando más solos.
¿Solos, se preguntarán?, pero ¿por qué si en facebook tenemos 500 amigos y en watsapp hablamos a cada rato con cientos de ellos? Somos felices publicando fotos de un momento de nuestras vida y contando por el celular las cosas que hacemos durante el día. Pareciera que el mundo social que hay al otro lado de estas máquinas nos llena en plenitud, pero no tenemos idea de la perturbación que estamos comenzando a vivir.

¿Cuántas personas que tengo conectada en la red son verdaderamente mis amigos?.  Tal vez ni siquiera la mitad. Perdemos el tiempo caminando por las calles de la ciudad, con la cabeza agachada mirando el celular para atender los mensajes y colocar un “me gusta”. No tenemos la capacidad de mirar hacia arriba y observar lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

¿Has pensado que durante esos minutos, podrías haber ayudado a una persona discapacitada que necesitaba de ti o quizás vez podrías haber observado con mayor atención el inmenso valor cultural que tiene una arquitectura que está a un costado de donde estás parado mirando el teléfono.?

En países de Centro América, donde la globalización aún no se inserta tan fuerte como en nuestro país, podemos observar a las personas interactuando en el transporte público o sonriendo unos con otros. Lamentablemente en Chile se combinaron dos emociones que entristecen a nuestra población: La indiferencia entre las personas y la amargura. La primera por culpa de la tecnología y la segunda por ser una población apagada. En el metro nadie habla, todos pelean, abunda la seriedad y las cabezas agachadas mirando el teléfono y los oídos tapados escuchando música. Y cada vez es peor.

Los accidentes de tránsito crecen cada día por culpa de irresponsables que manejan y miran los mensajes de facebook en el mismo instante. En los trabajos se pierde gran parte del día, conversando por la red y no con las personas que te rodean.
Toda la tecnología no es más que una ilusión. Creemos tener a muchas personas a nuestro alrededor y sentirnos acompañados, sin embargo, nadie te conoce realmente como eres, ni que lo realmente estás sintiendo al otro lado de la pantalla. Inventamos estados anímicos para generar empatía o para que el resto piense que llevamos una vida perfecta o que los problemas personales son de interés del resto, pero lo cierto es que todo no es más que una basura virtual.

Un ejemplo de lo dominante y confuso que puede llegar a ser una publicación en la red, es el fatal desenlace que tuvo una joven en otro país intento sacarse una “selfie” manejando durante un paseo para publicarlo a sus amigos y a los pocos segundos tuvo un accidente fatal a causa de su acción y falleció. Es decir, intentó crear un estado anímico que en dos segundos giró en 360 grados para siempre. No fue más que una ilusión.

 Ojalá podamos levantar la cabeza y dejar estar solos. Compartir presencialmente con alguien, saludar a tu alrededor, incluir a tus cercanos e interactuar con la gente mirándonos a los ojos, es lo que realmente nos hará como sociedad, un futuro más feliz.